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¿Se acortará el período de tiempo en el que nos aferramos a la culpa a medida que practicamos?

Pregunta:
¿Se acortará el período de tiempo en el que nos aferramos a la culpa a medida que practicamos?

Respuesta:
Sí, abordemos esta idea cuidadosamente –aferrarnos a cargar la culpa– muy de cerca. La mente que cree en el ego se siente atraída por la culpa, porque el ego es culpa. Hay aspectos de la mente de los que el ego no quiere tomar conciencia, o el juego terminará. Por eso les animo a que hagan muchas preguntas. El ego no quiere que se planteen ciertas preguntas, ya que la respuesta será evidente tan pronto como se haga la pregunta. Hacer preguntas fue mi camino hacia Dios. No tenía mucho apoyo en el mundo, pero Jesús dice que aprender este curso requiere estar dispuesto a cuestionar cada valor que tengas. Ninguno puede mantenerse oculto, de lo contrario oscurecerá tu aprendizaje. Así que veamos un ejemplo de esto. Dios es pura unidad. El ego es la creencia en los opuestos. El ego cree que hay un opuesto al amor. Es por eso que este es un mundo de dualidad y opuestos. El mundo refleja la creencia del ego. El ego le enseña a la mente dormida que hay una diferencia entre el placer y el dolor, y todos los que caminan por este mundo creen que pueden distinguir la diferencia entre el placer y el dolor.
Además, esta mente cree que se debe buscar el placer y se debe evitar el dolor. Dedica grandes esfuerzos y energía en buscar el placer y evitar el dolor. Toda la educación de este mundo se basa de alguna manera en esta premisa. Ahora ves el trabajo de convencimiento que tiene el Espíritu Santo, para convencer a tu mente de que el placer y el dolor son lo mismo. En la superficie, esto parece una locura, pero Jesús nos da la razón por la cual ambas son iguales: Lo que sirve para un propósito común es lo mismo. El placer y el dolor refuerzan la realidad del cuerpo y son una negación del espíritu. Este es un ejemplo de una idea que el ego nunca quiere que llegue a la conciencia, porque una vez que lo veas por lo que es, verás que todo verdadero placer, al que llamaré alegría, proviene de hacer la voluntad de Dios. Es realmente muy simple. A medida que experimentas más milagros, la alegría de tu corazón brota. ¡Te atrae, te lleva a experimentar más milagros!. La alegría viene de tu propio corazón. No viene de conseguir el trabajo que quieres. No viene de conseguir el alma gemela que quieres. No viene de mudarte a las islas tropicales, y muchas, muchas más ilusiones. La alegría viene de tu propósito. Esa es tu conexión directa con Dios. Al escuchar al Espíritu Santo, experimentarás alegría. Y la posibilidad de dolor y placer se desvanece de tu conciencia.
La percepción es selectiva. Así como puedes elegir escuchar a alguien en una fiesta, o escuchar una canción favorita que toca la banda, o concentrarte en lo húmeda que está la sala, puedes elegir dirigir tu mente al Espíritu Santo. Aquí es donde viene la alegría. ¡No hay sacrificio!
Los placeres de este mundo son fugaces, transitorios. Si miras esto con honestidad, verás que esto es así. El placer de una comida deliciosa, una escena agradable, el placer del orgasmo sexual, todos tienen límites de tiempo. Comienzan y se detienen. No ofrecen alegría duradera. No son realmente regalos, porque son ofrendas del ego, y el ego te quiere muerto, lo que significa permanecer en la amnesia acerca de tu Ser Crístico. Entonces, esto se relaciona con tu pregunta sobre por qué nos aferramos a las cosas. Los juicios del mundo hacen que algunas imágenes sean atractivas y la mente cree que son valiosas y no quiere dejarlas ir. Todavía está convencida de que son reales y, por lo tanto, valora los resultados que producirán las cosas que aún quiere. Son como el «oro de los tontos». Se ven muy hermosos, pero cuando los tocas o los abrazas, se disuelven porque no duran.

Con Amor, David