¿Los ricos son más felices?

Hace doce años, mi marido y yo recibimos una oferta de compra de nuestra empresa por millones de euros. Ese era nuestro plan cuando creamos la empresa unos años antes. Crear valor y vender. Ese era el único objetivo. También estábamos empezando una familia. Tuvimos a nuestro primer hijo y un segundo estaba en camino. Habíamos comprado una finca grande en la zona rural de Francia. Todo iba según lo previsto.

Todo estaba yendo según el plan. 
Esto era en términos mundanos el momento en que llegamos a la cima. 
Debería haber sido feliz.

Hicimos el dinero, hicimos los bebés, estábamos dirigiendo una empresa exitosa con 100 empleados. Ahora, doce años más tarde, recuerdo esta época como la más difícil de mi vida. 

En esa época también tenía ataques de pánico diarios que me llevaban a la agorafobia, lo que me dificultaba incluso salir de casa. Tenía miedo de estar sola. Mi marido estaba ocupado y nunca estaba en casa. Él dirigía la empresa, se reunía con los compradores por las tardes y también tenía una aventura con una de nuestras empleadas.

Yo estaba en casa con un recién nacido y un niño de tres años. Perdí todo el interés en la empresa y no quise trabajar más. Quería <<retener a mi marido>>, pero estaba gorda, asustada y deprimida. Quería ser una buena madre, pero, al no saber cuándo iba a llegar un ataque de pánico, tenía miedo de quedarme sola con ellos. Quería morirme. Estaba dispuesta a rendirme.

En ese momento, no tenía ninguna práctica espiritual. Solamente un año antes había descubierto a Eckhart Tolle y había experimentado una semana de dicha que me mostró que hay más en la vida que lo que vemos y tocamos. Después de esa semana de dicha, un pensamiento me hizo volver: <<Si sigues esto no podrás seguir en este matrimonio>>. Sabía que él no lo entendería, que no podría hablar con él de esto, que él no quería esto. En ese momento, decidí elegir el matrimonio. Sin embargo, al cabo de un año, el matrimonio se vino abajo.

Hubo un momento en el que, sentada en nuestro salón, intentábamos discutir sobre nuestra relación de pareja con nuestro hijo de 6 meses llorando en mi regazo. Una voz en mi mente dijo: <<Divorcio>>. Otra voz interior gritaba: <<¡No!>>. Pero mi boca lo dijo: <<Quiero el divorcio>>.  Ahí estaba. Lo dije. Pasó un año de idas y venidas desde ese momento, pero esa noche se mudó.

En ese momento era técnicamente millonaria,y lo más miserable que he sido nunca.

Usé el dinero. Compré una casa, inicié un centro de bienestar y un grupo de Eckhart Tolle. Dirigí este centro de bienestar por mi cuenta y poco a poco, a lo largo de cinco años, me enfrenté y acabé con los ataques de pánico. Descubrí Un curso de milagros, Mooji y las enseñanzas no duales. Conocí a cientos de profesionales del bienestar; sanadores, terapeutas, chamanes, entrenadores, instructores de yoga, etc. Fui a un retiro de Eckhart Tolle en Italia y también me gasté hasta el último céntimo.

Diez años después, el centro de bienestar estaba cerrado, la casa grande estaba vendida y yo había comprado una casa más pequeña en el campo. Estaba en la ruina. Realmente no tenía ni para comer. El final de cada mes era una lucha buscando  monedas entre los cojines del sofá para comprar algo de comida. A esto hay que añadir que en ese momento me enteré de que mi madre tenía un cáncer terminal. Iba en avión a visitarla cuando era posible. Mi hijo también estaba enfermo. Llevaba tres meses sin ir al colegio. Mi casa no estaba terminada porque me había quedado sin fondos durante la renovación. Caminaba sobre suelos de cemento desnudos, mi cama estaba en el mismo salón sin pared ni puerta. Esta debía ser la peor época de mi vida. Pero para entonces ya había empezado a hacer las lecciones del Libro de ejercicios. 

A menudo me entraba el pánico al pensar que necesitaba más dinero. Así que un día estaba en el McDonald's, observando a los trabajadores mientras esperábamos nuestro pedido. Me pregunté: <<¿olerán a patatas fritas y grasa cada noche cuando llegan a casa?>> <<¿Están gordos por haber comido demasiado McDonald's?>> << ¿Ese ruido de pitidos les está volviendo locos?>> Al llegar a casa, me conecté a Internet y solicité un puesto de trabajo en McDonald's.

Dos semanas después, empecé mi nuevo trabajo como empleada de McDonald's. Mis amigos (los pocos a los que les admití que estaba trabajando en McDonald's) pensaron que estaba loca. <<Tienes tantas habilidades, tanta experiencia. Consigue un trabajo de verdad>>.

Mi familia se preocupó por mí. <<¿Cómo puedes pasar de dirigir empresas y un centro de bienestar a servir hamburguesas grasientas con una malla de pelo?>>. El mensaje era: <<Jeanne realmente ha tocado fondo, debe ser muy infeliz>>.

Lo que resulta sorprendente ahora es que, aunque hubo muchos periodos muy oscuros de miedo durante este tiempo, había algo que no había sentido antes, incluso cuando tenía mucho dinero. Había una nueva base de paz.  

Mis primeras semanas en McDonald's no fueron fáciles. Era físicamente agotador, y tenía mucha ansiedad y pánico por la falta de familiaridad de todo. Fue un poco un choque para el sistema, así como extremadamente exigente desde el punto de vista físico. Pero también me divertía mucho. Colocar las patatas fritas en sus casas de cartón es tan gratificante como parece. Hacer girar el helado en una taza y rociar salsa de chocolate caliente es divertido. Lo mejor de todo es que tenía todo un mundo nuevo de compañeros poderosos. En su mayoría, adolescentes. 

Un día en el McDo (como lo llamamos aquí en Francia) estaba a punto de ocurrir lo que más temía. Un grupo de madres del colegio privado de mis hijos, estaban allí, sentadas en el McDo tomando café mientras los niños correteaban. Una de ellas era una vieja amiga de "los buenos tiempos del dinero" y no le había dicho que había estado trabajando aquí. Se sorprendió bastante. Pero en lugar de sentirse avergonzada, acabó ofreciéndose a llevarme a casa, ya que mi coche se había estropeado el día anterior. Se ofreció a llevar a mi hijo a la fiesta de Navidad del colegio, ya que mi otro hijo seguía añorando su casa.

Lo que había temido, que en realidad era solo un juicio mío, se había convertido en un milagro.
Me sentí realmente apoyada en lugar de avergonzada. 

A los pocos meses de trabajar en McDo me llegó un cliente sorpresa de la nada. Un trabajo de web y marketing que ofrecía todas las horas que quisiera. No había hecho ninguna solicitud ni búsqueda. Simplemente apareció a través de un antiguo colega. Lo curioso es que no quería dejar McDonald's. Así que reduje mis horas a una cantidad menos exigente físicamente e hice ambas cosas. Ahora, 2 años después, dejé el cliente web y sigo en Mcdonald's. Cada vez que he tenido el pensamiento, "Quizás ahora es el momento de dejarlo", espero algún impulso, alguna confirmación para ir en esa dirección, pero no llega nada y por eso me quedo. La mayoría de las veces lo disfruto. 

Juego con este trabajo. Solía odiar trabajar en el auto-servicio porque tengo problemas para oír a la gente, lo que hace que el francés sea aún más difícil de entender y que ellos tengan problemas para oír y entenderme a mí. Parecía que siempre cometía errores y me resultaba muy estresante. Así que, por supuesto, me pusieron en este puesto casi exclusivamente. Entonces Kenneth Clifford intervino recordándome que debía elegir un nuevo propósito, ver a todo el mundo como Dios. Así que empecé a jugar con ello. A cada cliente y compañero de trabajo le envié una bendición. Empecé a jugar con los clientes. En lugar de pensar que la gente me decía que mi francés era malo cuando me preguntaban si mi acento era americano, ahora me reía y respondía que sí, que era un requisito para todos los McDonald's del mundo tener al menos un americano en su plantilla.

Incluso a veces he dicho accidentalmente, ¡"Te quiero" a los clientes por el micrófono del auto-servicio!

Tenía poco en común con los otros empleados, que en su mayoría tenían menos edad que yo y eran estudiantes. Los miraba y pensaba: "Dios", "Yo", y me encontraba abriendo un juguete de happy meal para jugar juntos en nuestra pequeña cabina de auto-servicio.  

Esto no quiere decir que siempre sea divertido. Tengo muchos encargos en este escenario. Cuando llegó la covid quise dejarlo... ¡No iba a arriesgar mi vida por este trabajo! Pero ahora, después de un año, vuelvo a centrarme en la curación. Me sorprende que a veces todavía se me detonen algunos botones y que siga esforzándome por ser "buena en mi trabajo", que por cierto, ¡no lo soy! Soy torpe. Cometo errores extraños que requieren molestar a un gerente. Le doy a la gente la orden equivocada. No entiendo francés, y los clientes se molestan cuando les pido que repitan 5 veces. Pero otras veces, con los clientes, cuando digo: "¡No te lo vas a creer, pero todavía no entiendo lo que dices!". Nos reímos y empiezan a preguntarme de dónde soy y al final descubro que el teewop significa un envoltorio de pollo y he perdonado a los franceses por no entender nunca a los extranjeros que dicen mayonesa en lugar de mayoooooNesa. 

Yo como en Mcdonald's al menos 4 veces a la semana. Por cierto, perdí peso cuando empecé allí -otro mito derribado-. He tenido extraños lapsos de tiempo allí. Una vez comprobé la hora 3 veces y siempre era la misma. Nunca entendí lo que pasó. Pero estaba seguro de que estaba en una especie de escenario del día de la marmota. He tenido enormes arrebatos de ego allí. Una vez me pasé 4 días molesta porque un compañero de trabajo me llamó idiota. Uno de mis empleados de los viejos tiempos se acercó a mi puesto de trabajo y derramé más coca-cola de la que puedo contar. Pero también he tenido milagros. Más de los que puedo contar aquí, quizás lo comparta un día en otro artículo.  

Lo que llegué a entender es que tener dinero, marido, un gran trabajo o una gran casa no era relevante para mi felicidad. Tener dinero no resuelve nada y no tener dinero no lo impide. La felicidad es solo desde donde está tu mente. Enfócate en la verdad, la realidad, la visión de Cristo y la experiencia es la felicidad.  Enfócate en el mundo, el cuerpo, el dinero, etc... la experiencia será el mundo, el sueño y todo lo que el ego ha imaginado.

Cuando nos centramos en los milagros, eso es lo que vemos.

¡Pura alegría! ¡Espera los milagros y búscalos!

Escrito originalmente en inglés por Jeanne Wilmot 

Acerca del autor

Ana Urrejola

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