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¿Cómo podemos saber que una decisión que tomamos (por ejemplo abstinencia sexual) es verdaderamente del Espíritu Santo?

Pregunta:
Soy relativamente nuevo en el curso, pero cuando leí lo que le dijiste a la señora que dejó de beber, de fumar y el sexo prematrimonial, me sorprendió y me confundí mucho. Si no deberíamos de tomar decisiones por nosotros mismos, ¿entonces no podría una decisión de renunciar al sexo antes del matrimonio, por ejemplo, ser una decisión errónea que cometimos sin la guía del Espíritu Santo? Y, si esto fuera así, ¿no tendrían las decisiones autoimpuestas el potencial de generar un enorme conflicto?Además, ¿no sería presuntuoso de mi parte suponer que sé lo que (por ejemplo, la abstinencia sexual) es mejor para una relación? Estoy tratando de entender las ideas en el contexto del curso, donde se nos dice que no confiemos en nuestras buenas intenciones, (en este caso, controlando los impulsos físicos) sino que confiemos en nuestra voluntad. ¿No significa esto que debemos confiar todas las decisiones a Su cuidado, en lugar de actuar por nuestra cuenta, y luego consultarlo para ayudarnos a llevarlas a cabo?

Respuesta:
Gracias por tus preguntas. Tus preguntas en realidad están pidiendo claridad sobre los temas de la toma de decisiones y el propósito. Cada pregunta dirigida a la mente y a la falsa creencia es útil para deshacer el ego o eliminar los obstáculos a la conciencia de la Presencia del Amor. Es cierto que el objetivo es confiar todas las decisiones al cuidado del Espíritu Santo y consultarlo para obtener ayuda para llevarlas a cabo.
La paz mental surge después de tomar todas las decisiones con el Espíritu Santo, y con profunda claridad se hace evidente que el Espíritu Santo es la decisión de la Expiación. El Espíritu Santo es la «verdadera alternativa» en un mundo de falsas decisiones (aquellas que intentan decidir entre ilusiones). El Espíritu Santo es el Propósito para que el mundo sea perdonado. Al decidir a favor de este Propósito decides en contra del propósito del ego para el mundo, que es la muerte. No hay fórmulas con respecto a esto, ya que ésta es una decisión de Contenido, no aplicable en nada en particular. Esta idea se puede resumir de la siguiente manera:
«El programa de estudios es altamente individualizado, y todos sus aspectos están bajo el cuidado y la dirección especial del Espíritu Santo. Pregunta y Él te contestará. Ésa es Su responsabilidad, y sólo Él está capacitado para asumirla. Responder es Su función. Dirigirle a Él tus preguntas es la tuya. ¿Querrías ser responsable de decisiones de cuyos antecedentes sabes tan poco? Alégrate de tener un Maestro que no puede equivocarse. Sus respuestas son siempre acertadas. ¿Podrías tú decir lo mismo de las tuyas?» (M-29.2.6)
Si miras mi respuesta de nuevo verás que enfaticé el propósito o motivo y no las acciones: «Tu pregunta sobre la moralidad del sexo prematrimonial es tu preocupación por los códigos morales y la corrección de la conducta sexual en este momento. Sin embargo, el motivo detrás de la acción (el propósito) es lo más importante. Estrictamente hablando, los comportamientos no son independientes de los motivos que los inspiran. Por qué actúas es lo más importante, no qué haces. Lo que haces proviene de lo que piensas, y estás pidiendo a Cristo que inspire todos tus pensamientos. En la medida en que estén en paz con tu toma de decisiones, no hay necesidad de buscar un código moral de conducta».
El comportamiento es el resultado (apariencia,forma) del pensamiento. Es el propósito del pensamiento (contenido) lo que el Espíritu Santo discierne como significativo o no. El Curso es una herramienta para ayudar a la mente a aprender a pensar con Dios en lugar de tratar de pensar en contra de Dios. El Curso es una herramienta destinada a liberar el apego a los pensamientos irreales y tomar conciencia de pensamientos reales. El ego y el Espíritu Santo son propósitos diferentes en una mente dividida y diferentes sistemas de pensamiento surgen de estos diferentes propósitos. En el engaño, la mente cree que las decisiones son entre comportamientos (formas), sin embargo, en la salvación se nos muestra simplemente que el Propósito es la única opción.
«Yo no fomento la confusión de niveles; tú debes, no obstante, elegir corregirla. No justificarías un comportamiento demente por tu parte diciendo que no pudiste evitarlo. ¿Por qué, entonces, condonas pensamientos dementes? Hay una confusión en esto que te convendría examinar detenidamente. Tal vez creas que eres responsable de lo que haces, pero no de lo que piensas.  La verdad es que eres responsable de lo que piensas porque es solamente en ese nivel donde puedes ejercer tu poder de decidir. Tus acciones son el resultado de tus pensamientos. No puedes separarte de la verdad «otorgándole» autonomía al comportamiento. Éste lo controlo yo automáticamente tan pronto como pongas tu pensamiento bajo mi dirección. Siempre que tienes miedo es señal inequívoca de que le has permitido a tu mente crear falsamente y de que no me has permitido guiarla». (T-2.VI.2)
No es prudente intentar controlar el comportamiento, pero tienes control sobre lo que piensas. El comportamiento se deriva del pensamiento automáticamente. La mente es el mecanismo de decisión y tú tienes control sobre ella. Si no estás en paz, se ha tomado una decisión equivocada. Si se produce este error, dale a tu mente este recordatorio y remedio instantáneo:
Tu parte es simplemente devolver tu pensamiento al punto en que se cometió el error, y entregarlo a la Expiación en paz. Di esto a ti mismo/a tan sinceramente como puedas, recordando que el Espíritu Santo responderá plenamente a tu más mínima invitación:
«Debo haber decidido equivocadamente porque no estoy en paz. Yo mismo tomé esa decisión, por lo tanto, puedo tomar otra. Quiero tomar otra decisión porque deseo estar en paz. No me siento culpable porque el Espíritu Santo, si se lo permito, anulará todas las consecuencias de mi decisión equivocada. Elijo permitírselo, al dejar que Él decida en favor de Dios por mí». (T- 5.VII.6.5)
Escribiste: «Si no tomamos decisiones por nosotros mismos, entonces ¿no podría una decisión de renunciar al sexo antes del matrimonio, por ejemplo, ser una que tomamos erróneamente sin la guía del Espíritu Santo? Y, si esto fuera así, ¿no tendrían las decisiones autoimpuestas el potencial de generar un enorme conflicto?» Si se toman decisiones con el Espíritu Santo hay paz, la ausencia de conflicto. Esto es discernimiento: Cómo te sientes es el indicador de qué propósito has elegido. No se te pide que reprimas pensamientos o emociones, sin embargo, se te pide que mires de cerca las creencias que generan pensamientos irreales y emociones perturbadoras. Como Cristo nos recuerda:
«Tu mente y la mía pueden unirse para desvanecer con su luz a tu ego, liberando la fuerza de Dios para que reverbere en todo lo que hagas o pienses. No te conformes con menos, y niégate a aceptar como tu objetivo nada que no sea eso. Vigila tu mente con sumo cuidado contra cualquier creencia que se interponga en el logro de tu objetivo, y recházala. Juzga por tus sentimientos cuán bien has hecho esto, pues ése es el único uso acertado del juicio». (T-4.IV.8.3)
Escribiste: «Además, ¿no sería presuntuoso de mi parte asumir que sé lo que (por ejemplo, la abstinencia sexual) es mejor para una relación?» Recuerda que el ego es la creencia en intereses propios separados. Cuando se expone el propósito del ego, éste se revela como una mentira o un conflicto. El Propósito del Espíritu Santo es la alternativa al conflicto. Nada de valor se puede reducir o explicar en el nivel de la forma. Todo es cuestión del propósito en mente. La «abstinencia sexual» basada en la represión no es útil. La «abstinencia sexual» que se deriva de la castidad (pureza del pensamiento) o del deseo de pureza del pensamiento y de entregar la decisión al Espíritu Santo es útil. Todos los pensamientos corporales (es decir, sobre el comportamiento, el hambre, la sed, las preferencias, los antojos, etc.) elevados al nivel mental son errores mentales:
«Yo no puedo controlar el miedo, pero éste puede ser autocontrolado. Tu miedo me impide darte mi control. La presencia del miedo indica que has elevado pensamientos corporales al nivel de la mente. Eso los pone fuera de mi control y te hace sentir personalmente responsable de ellos, lo cual es una obvia confusión de niveles». (T- 2.VI.1.4)
El intento de controlar el comportamiento siempre se basa en los intereses y las preferencias del ego. El Espíritu Santo guía la mente para darse cuenta de que la Integridad no tiene preferencias, porque no hay jerarquía de ilusiones en su totalidad. El Curso está dirigido a cambiar de opinión sobre tu mente, y ver que sólo eres capaz de pensar con Dios. El perdón es una reversión completa del pensamiento del ego al pensamiento de la Integridad, que ve que no hay nada «fuera» de la totalidad. Un cambio de propósito del ego al Espíritu Santo producirá felicidad, libertad, gozo y tranquilidad. Dado que el comportamiento brota del pensamiento, un cambio de comportamiento visto como independiente o autónomo, es decir, en sí mismo, no tiene sentido.
Escribiste que estás «tratando de entender las ideas en el contexto del Curso, donde se nos dice que no confiemos en nuestras buenas intenciones, (en este caso, controlando los impulsos físicos) sino que confiemos en nuestra voluntad». No estoy abogando por un intento de controlar el comportamiento. Estoy alentando la voluntad de cambiar de opinión acerca de la mente, aceptando su integridad. Todos los impulsos físicos son impulsos milagrosos distorsionados. El milagro te llama a tu Hogar. A través del denso lente del ego (de la falta), los impulsos milagrosos alcanzan la conciencia como antojos corporales que parecen poder ser satisfechos por fantasías imaginadas o falsas asociaciones de comportamientos corporales (por ejemplo, comer alimentos, beber líquido, actividad sexual, etc.). La poca voluntad que se pide es realmente la voluntad de tener un cambio de propósito y, por lo tanto, un cambio de opinión. Consideremos estas ideas de UCDM:
«Tienes que cambiar de mentalidad, no de comportamiento, y eso es cuestión de que estés dispuesto a hacerlo. No necesitas orientación alguna excepto a nivel mental. La corrección debe llevarse a cabo únicamente en el nivel en el que el cambio es posible. El cambio no tiene ningún sentido en el nivel de los síntomas donde no puede producir resultados». (T-2.VI.3.4)
«Tus percepciones distorsionadas producen una densa envoltura alrededor de los impulsos milagrosos, dificultando el que lleguen a tu conciencia. La confusión de los impulsos milagrosos con los impulsos físicos es una de las distorsiones básicas de la percepción. Los impulsos físicos son impulsos milagrosos mal canalizados. Todo placer real procede de hacer la Voluntad de Dios. Esto es así porque no hacer Su Voluntad es una negación del Ser. La negación del Ser da lugar a ilusiones, mientras que la corrección del error nos libera del mismo. No te engañes a ti mismo creyendo que puedes relacionarte en paz con Dios o con tus hermanos a través de algo externo». (T-1.VII.1)
«Las fantasías son una forma distorsionada de visión. Todas ellas, no importa de qué clase sean, son distorsiones, ya que siempre tergiversan la percepción hasta convertirla en algo irreal. Los actos que proceden de distorsiones son, literalmente, las reacciones de aquellos que no saben lo que hacen. Las fantasías son un intento de controlar la realidad de acuerdo con necesidades falsas. Si deformas la realidad de cualquier forma que sea, estarás percibiendo destructivamente. Las fantasías son un medio para hacer asociaciones falsas y tratar de derivar placer de ellas. Más si bien puedes percibir asociaciones falsas, nunca podrás hacerlas reales excepto para ti. Crees en lo que inventas. De igual modo, si ofreces milagros creerás en ellos con igual intensidad.» (T-1.VII.3)
Estas ideas apuntan a la profundidad de la liberación que se pedía detrás de las palabras del correo electrónico original que recibí: «He tomado la decisión de ayuno sexual hasta que nos casemos. También dejé de beber y fumar. Siento que para que el Dios al que sirvo more en mí y haga su voluntad, necesito apartarme de los placeres de mi carne». El «ayuno sexual» no es más que un símbolo de la convicción de vivir en Cristo y experimentar la pureza del corazón con una Mente que sabe que «Lo que nace de la carne es carne; lo que nace del Espíritu es Espíritu».
El cuerpo es neutral para el Espíritu Santo y para el ego es cualquier cosa menos neutral. El uso que se le da al cuerpo es una cuestión de propósito, y aquí es donde descansa su confusión. En el Propósito del Espíritu Santo el cuerpo lo ofrece todo, en el propósito del ego no ofrece nada. La confusión es siempre un reflejo de decidir el propósito del ego, ya que la paz viene de decidir con el Espíritu Santo. La confusión parecerá durar mientras se crea que el ego es real. El propósito del ego es la muerte y nunca se puede lograr, por lo que no necesita ser buscado ni protegido de la Luz sanadora del Espíritu Santo.
He escrito mucho sobre el discernimiento entre los dos propósitos de una mente dividida. Sugiero leer el Capítulo 19 de UCDM y examinar detenidamente las secciones «Obstáculos a la Paz» del UCDM. La atracción del ego a la culpa, el dolor y la muerte se exponen como motivos inconscientes que bloquean la conciencia de la Paz de Dios en lo más profundo. Los llamados «deseos de la carne» no son más que el intento del ego de hacer que el cuerpo sea real en la conciencia y así mantener la amnesia que la mente dormida tiene con respecto al Reino de los Cielos.
Aquí hay algunas citas más que ayudarán a aclarar cualquier confusión acerca de los dos propósitos (ego y Espíritu Santo) con respecto al cuerpo:
«El ego se vale del cuerpo para atacar, para obtener placer y para vanagloriarse. La locura de esta percepción lo convierte en algo verdaderamente temible. El Espíritu Santo lo ve sólo como un medio de comunicación y, puesto que comunicar es compartir, comunicar se vuelve un acto de comunión». (T-6.V.A.5.3)
«Las fantasías se vuelven totalmente innecesarias cuando la naturaleza completamente satisfactoria de la realidad se vuelve evidente tanto para el dador como para el receptor». (T- 1.VII.3.11)
«Es imposible tratar de obtener placer a través del cuerpo y no hallar dolor. Es esencial que esta relación se entienda, ya que el ego la considera la prueba del pecado. En realidad no es punitiva en absoluto. Pero sí es el resultado inevitable de equipararse con el cuerpo, lo cual es la invitación al dolor. Pues le abre las puertas al miedo, haciendo que se convierta en tu propósito. La atracción de la culpabilidad no puede sino entrar con él, y cualquier cosa que el miedo le ordene hacer al cuerpo es, por lo tanto, dolorosa. El cuerpo compartirá el dolor de todas las ilusiones, y la ilusión de placer se experimentará como dolor». (T-19.IV.B.12)
«De acuerdo con el pensar del mundo, no hay sacrificio que no incluya al cuerpo. Piensa por un momento en lo que el mundo llama sacrificio. El poder, la fama, el dinero, los placeres físicos, ¿quién es el «héroe» que posee todas esas cosas? ¿Qué significado podrían tener excepto para un cuerpo? Mas un cuerpo no puede evaluar. Al ir en pos de tales cosas, la mente se identifica con el cuerpo, ocultando su Identidad y perdiendo de vista lo que realmente es. Una vez que se ha producido esta confusión, a la mente le resulta imposible entender que todos los «placeres» del mundo no son nada. Pero el sacrificio que éstos conllevan, ¡eso sí que es un sacrificio! Pues ahora la mente se ha condenado a sí misma a buscar sin la posibilidad de hallar nada; a estar insatisfecha y descontenta para siempre; y a no saber lo que realmente quiere hallar. ¿Quién podría escapar de esta auto condenación? Sólo a través de la Palabra de Dios es posible escapar, pues la auto condenación es una decisión acerca de nuestra identidad y nadie duda de lo que cree ser. Podrá dudar de todo, pero nunca de eso. Los maestros de Dios no sienten ningún pesar al renunciar a los placeres del mundo». (M-13.2-4)
«O bien ves la carne o bien reconoces el Espíritu. En esto no hay términos medios. Si uno de ellos es real, el otro no puede sino ser falso, pues lo que es real niega a su opuesto. La visión no ofrece otra opción que ésta. Lo que decides al respecto determina todo lo que ves y crees real, así como todo lo que consideras que es verdad. De esta elección depende todo tu mundo, pues mediante ella estableces en tu propio sistema de creencias lo que eres: carne o Espíritu. Si eliges ser carne jamás podrás liberarte de la creencia de que el cuerpo es tu realidad, puesto que tu decisión reflejará que eso es lo que quieres. Pero si eliges el Espíritu, el Cielo mismo se inclinará para tocar tus ojos y bendecir tu santa visión a fin de que no veas más el mundo de la carne, salvo para sanar, consolar y bendecir». (T-31.VI.1)
 ¡Tú eres el Uno, y el Uno es Espíritu! Bienvenido a tu Hogar Santo Hijo de Dios. Antes de que el cuerpo fuera, Yo Soy. A medida que la ilusión de «lo material» es perdonada o liberada, la Verdad del Espíritu vuelve a la conciencia. Y al renunciar a «la nada» el Todo es restaurado en la conciencia. El Reino de los Cielos está a mano. ¡Me regocijo Contigo como Uno Mismo!
Con Amor, David