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¿Cuándo debo pedir guía versus usar la lógica terrenal?

Pregunta:
He estado estudiando el Curso por más de veinte años. Mi dilema es cuándo pedir y seguir una guía, entregando mi voluntad al Espíritu Santo y cuándo usar mi mente lógica terrenal. Mi pensamiento de que estoy siguiendo su guía a menudo me ha llevado por mal camino. Supongo que no soy un buen oyente. Debo estar siguiendo la voz del ego en su lugar. Este mundo terrenal parece tener sus propias reglas. Si elijo el amor, parece conducirme a la paz. Quizás eso sea seguir la guía. ¿Qué piensas?

Respuesta:
Todos tenemos muchas oportunidades para practicar preguntando, escuchando y siguiendo la guía interna. Es un alivio recordar que el Espíritu Santo ve nuestra perfección e integridad y solo ofrece amor y bendiciones siempre. El objetivo de pedir, escuchar y seguir al Espíritu Santo es el perdón o la renuncia al juicio. En la gentil perspectiva del Espíritu, felizmente no hay oyentes "buenos" o "malos". El milagro eleva la conciencia por encima del continuo juicio del ego por completo. El milagro nos recuerda nuestra inocencia, la cual no está afectada por la ilusión de juicio de ningún tipo. 

Sí, este mundo terrenal tiene sus propias reglas. Más recordemos que el mundo fue hecho al creer en él, y por tanto  también se deshace o se perdona al retirar la creencia en él. El desaprendizaje de la creencia falsa en realidad sigue la lógica del Espíritu Santo, y la lógica del Espíritu Santo tiene una premisa completamente diferente a la premisa del ego. El Espíritu Santo siempre recuerda el amor, la integridad y la realización que Dios le da a Cristo eternamente en la creación. Enseña que Su hijo lo tiene todo y es tal como Dios lo creó. El ego es la creencia en la separación y la falta, la culpa y el miedo son las emociones que surgen de mantener la premisa del ego como la verdad. El Espíritu Santo nos recuerda que no tiene sentido aferrarse a la ilusión. El ego es la creencia de que la escasez y las necesidades son reales, y cada objetivo que promueve tiene como meta acomodar la creencia en la falta en lugar de liberar la creencia. Hasta que se deshaga la creencia subyacente en la falta, las necesidades temporales parecen satisfacerse temporalmente, solo para "encontrar" nuevas necesidades que surgen para ocupar su lugar. 

A medida que vamos deshaciendo el ego nos damos cuenta de que el único juicio es:"¿Cómo me siento?" El estado mental es siempre una elección. Tú dijiste: "Si elijo el amor, parece conducir a la paz. Quizás eso sea seguir la guía". De hecho, lo que uno siente es un indicador preciso o un barómetro de elección, y la honestidad es, por lo tanto, una clave para despertar a nuestra verdadera identidad como el Cristo. Aunque las elecciones parecen ser entre formas y detalles, la sabiduría revela que el propósito es la única opción. Mientras esto aparece en la conciencia, la mente deja de pedir resultados específicos, ya que en su lugar hace las preguntas del deshacer:"¿Para qué es esto?" "¿Cómo me siento?" Conforme la mente se abre para recordar que Dios solo quiere la felicidad perfecta, las metas del ego comienzan a parecer cada vez menos atractivas. Tanto la salvaje persecución de los objetivos e ideales del autoconcepto como el ajetreo se desvanecen ante el más mínimo recuerdo del silencio divino. La necesidad de buscar, lograr y acumular da paso a la alegría, el amor y la paz. El pasado y el futuro desaparecen en el momento presente. Nuestro valor es establecido por Dios y no necesita ser probado ni ganado. No hay nada en el tiempo que pueda "probar" el amor eterno. El Espíritu Santo usa el tiempo para enseñar que no hay tiempo. Y en la Inocencia, el Amor se revela como todo lo que hay. 

Santo hijo del amor, elige dejar que el Espíritu Santo decida en favor de Dios por ti. Acepta nuestra perfección, porque nada más existe. Renuncia a cualquier duda sobre nuestra verdadera identidad como el Cristo, y acepta humildemente nuestra gloria pues Dios creó nuestro propio Ser. Nada puede cambiar a Quien Dios creó como Uno en Espíritu. Amén.

Amor siempre,
David